viernes, 18 de diciembre de 2009

Yoani Sánchez: De cuba pa' uste'


Por Adriana G. Alonso Rivera.


El siguiente es un artículo mediante el cual me he ganado mi primer boleto a la censura, pues al quererlo presentar en un programa radiofónico de corte izquierdista en el que participo, fui presa de innumerables ataques por aquello de la prehistórica idea de "si no estás a favor, estás en contra", y sí, estimado lector "yo creo en que la libertad de expresión se encuentra por encima de los intereses de cualquier régimen político y por lo tanto, cualquier atentado en contra de aquel derecho en mi opinión merece una severa crítica".



Cuba no deja de resultarnos polémico en términos siempre ambivalentes, positivos y negativos. De contradicciones no se salva como todos los países de Latinoamérica. Cuba para quienes miramos desde afuera continúa siendo un misterio, una nación alrededor de la cual giran tanto estrafalarios mitos como incómodas verdades. Y es que todo depende del cristal con que se mira, sin embargo lo relevante aquí debe ser la medida en la que efectivamente existe cabida a aquella diversidad de opiniones y no solo a unas cuantas, pertenecientes ya sea a la clase política o a los empoderados enemigos del régimen según su conveniencia. De esto podríamos concluir, como casi siempre, que la voz ciudadana no solo es la más escasa en canales de difusión sino también la de más bajo volumen, sin embargo desde Cuba para Cuba (aunque no ausente de frecuentes bloqueos) y para el mundo entero desde Abril del 2007 una ciudadana Cubana común y corriente, formada profesionalmente en aquel país, residente en él por convicción y por ende experimentadora de su cotidianidad, se atreve a desafiar el hermetismo del que no solo es presa la ciudadanía cubana sino me atrevería a afirmar que en general la latinoamericana.

"Generación Y" es el blog en el que Yoani Sánchez desde Abril del 2007 nos muestra una de las muchas perspectivas de la realidad Cubana, no solo en términos políticos y económicos, sino también sociales y culturales.

Este portal, comenzó a popularizarse rápidamente tanto en la Isla como en los países de habla hispana y posteriormente en un sinnúmero de lugares alrededor del mundo debido a su traducción a 15 idiomas.

Numerosas opiniones giran alrededor de él, comenzando por la del régimen Cubano que no solo lo cataloga como un “ejercicio de cobardía”, sino también ha impedido el acceso a él desde cualquier sitio público de internet ubicado dentro de la isla. Sin embargo hay quienes han manifestado su rotundo apoyo al portal, calificándolo como un “ejercicio de libertad” y no solo eso pues también cientos de personas o quizá más fungen como colaboradores al colgar los textos de Yoani en otros sitios de internet para que los cubanos puedan tener acceso a ellos y traduciéndolo a otras lenguas distintas al español para ampliar sus fronteras.
Este blog es tan representativo que en Mayo de 2008, su autora se hizo acreedora al premio Ortega y Gasset de periodismo, a una privilegiada posición en la lista de los hombres más influyentes del mundo de la revista TIME y dentro de los 100 hispanoamericanos más notables, entre las menciones más importantes.

El contenido y las opiniones vertidas en él, estimado radioescucha se encuentran sometidas a discusión, así como las influencias que impulsan la pluma de Yoani Sánchez (las cuales han levantado un gran número de sospechas que la enlazan directamente con el régimen estadounidense) y solo usted mismo podrá emitir un juicio acerca de la realidad Cubana comparándolas ó complementándolas con otras de su preferencia, sin embargo me parece que en efecto este blog le apuesta duro a la libertad de expresión y que sin duda representa un desafío para el hermetismo característico del régimen cubano, mismo que no ha cesado de incomodar a esta periodista que equivocada o acertada, respetuosa o desafiante, se encuentra en todo su derecho de brindar sus impresiones y su opinión a quienes quieran acceder a ella.

Lo dejo para que lo visiten y opinen sobre su contenido, el cual no es el tema a discutir en este artículo, como quienes me censuraron no se cansaron de asegurarme.


http://www.desdecuba.com/generaciony/

viernes, 9 de octubre de 2009

A Mercedes



Adriana G. Alonso Rivera

Las voces que cantaban a la libertad se agotan, aquellas que con prodigioso afán defendieron los derechos inherentes a los seres humanos. Esas voces capaces de ablandar los rígidos y lastimosos eslabones de hierro a los que se encontraban sometidas numerosas naciones oprimidas durante las dictaduras militares y regímenes autoritarios en Latinoamérica.

De aquel canto florecía la esperanza que en voz de ellos debiera ser lo último en perecer, de aquel canto se desprendían los ideales de una juventud no solo dotada, por su pesadumbre, de conciencia social sino ávida de reconocimiento, de libertad, de equidad y de unión latinoamericana.

La música en los años setenta se hermanaba con la causa revolucionaria, su sonoridad despertaba conciencias, generaba propuestas.

Haydeé Mercedes Sosa, nació en San Miguel de Tucumán Argentina el 9 de julio de 1935, en un hogar humilde. De aquel origen emanó su apego a las expresiones folklóricas musicales. Lo mismo le cantaba al amor, que a la naturaleza, pero sobre todo a la condición social y política que azotaba en aquel entonces al pueblo latinoamericano.

“Cuando tenga la tierra la tendrán los que luchan, los maestros, los hacheros, los obreros”, cantaba la negra soñadora reflejos de juventud transformadora.

...

¿Por qué te marchas?, ¿Por qué son más los que se van que los que se quedan?, ¿Por qué son tan pocos los que se atreven a tomar tu camino, a continuar tu legado?

Es que ahora es menos fácil.

Recuerdo que le cantabas a la democracia, ese montaje dentro del que ahora vivimos y que día a día nos recalca que somos todo menos iguales en opinión ni en condición. Recuerdo que le cantabas a la libertad, aquella que tantos gobiernos alardean poseer actualmente, mientras que ni en lo individual ni en lo colectivo los ciudadanos somos capaces de transformar nuestro entorno.

Recuerdo también que le cantabas a tus colegas, a violeta parra, a Víctor jara, quienes también emitían con su música mensajes propositivos. Ahora son cada vez menos los que le apuestan a la conciencia, tal parece que la música se ha convertido en industria lucrativa, en cómplice de la enajenación. La mafia que pretende apoderarse de ella y utilizarla como pretexto y como instrumento de sus vanos fines, no lo logrará mientras los que de verdad la producen presten su sonido y su voz a la evidencia.

Cambia lo superficial
Cambia también lo profundo
Cambia el modo de pensar
Cambia todo en este mundo.

Negra, no sé qué hacer pues tal parece que todo se destina a no cambiar, sin embargo tu mensaje nunca más perecerá y es tu legado la conciencia atemporal que esperemos no perezca y nos siga dotando de fuerzas para de una vez transformar.

Ayer soñé con los hambrientos, los locos,
los que se fueron, los que están en prisión
hoy desperté cantando esta canción
que ya fue escrita hace tiempo atrás.
Es necesario cantar de nuevo,
una vez más.

viernes, 14 de agosto de 2009

Voto Nulo: el rostro de la inconformidad

Adriana G. Alonso Rivera



El presente es un artículo que me publicó el Centro de Estudios Sociales y de Opinión Pública (CESOP) en el mes de Julio de 2009, he de confiarles que esta es la redacción original ya que en el artículo que aparece en la revista el editor se esforzó por destrozar mi estilo de redacción. Aquí les dejo el texto original y me despido de ustedes con un cordial saludo.




“No se fracasa si existe un comienzo”, enuncia la frase acertadamente. Sin embargo cuando el comienzo se torna interminable, es lógico que surja el desencanto.

Mucho se habla del voto como llave de entrada a la democracia, lo que es razonable si consideramos que es un acto que permite recoger las preferencias de los individuos y determinar la o las alternativas más deseadas de representación.

Pero ¿qué pasa cuando una parte considerable de la ciudadanía, observa representados todo tipo de intereses, menos el común? O, del mismo modo, ¿qué pasa cuando el individuo percibe vivir en democracia y ser ciudadano en pleno uso de sus derechos políticos sólo en tiempos electorales, es decir, siente escuchar su voz sólo cuando su voto es perseguido por un candidato o una fuerza política? La respuesta se traduce en apatía, indiferencia y rechazo[1], en términos de participación directa en los asuntos de interés público, y abstención y anulación[2] del sufragio en términos electorales.

“Democracia y participación ciudadana son dos conceptos que se entrelazan de tal forma que el primero no existe sin el segundo”[3]. Lo que quiere decir, que la participación política es un elemento fundamental en un sistema Democrático, ya sea a través de la elección de representantes o de acciones que buscan influir en las decisiones de estos. Un sistema político democrático debe asegurar (o al menos facilitar) la conexión entre las preferencias de los ciudadanos y las decisiones que se toman.

“Los votos construirán gobiernos” mencionó José Woldemberg hace unos días como razón para sufragar. No hace falta ser científico social para saber que un gobierno democrático se construye desde la ciudadanía. El sufragio es solo el comienzo; un sistema realmente democrático debe favorecer la máxima implicación de los ciudadanos en la definición de las leyes, los programas y las políticas. Una parte considerable del electorado Mexicano está conciente de esto[4] y es por ello que la falta de mecanismos formales de participación e influencia ciudadana se convierte en una de las innumerables razones por las cuales se siente inconforme.

“Hace poco que el sufragio cuenta”, otra razón con la cual Woldemberg invitaba al electorado a emitir y no anular su sufragio. En efecto, digamos que tenemos la llave, pero ¿de qué nos sirve cuando al parecer nos encontramos destinados a permanecer en el umbral? Si la crisis, parafraseando a Gramsci, es cuando lo viejo no termina de irse y lo nuevo no termina de llegar, pareciera por un lado que su presencia es inminente en términos democráticos y por otro, no sería ningún disparate afirmar que el “novísimo sufragio contable” se añeja y dista mucho de “contar” en términos de influencia real sobre las decisiones que finalmente se toman. O ¿es acaso que se diferencian las decisiones tomadas por los ciudadanos de las decisiones tomadas por la clase política?

Es por estas razones y seguramente muchas más que el electorado Mexicano decidió esta vez voltear la mirada hacia el que quizá sea el primer movimiento organizado del siglo a escala nacional en pro de la exigencia de un replanteamiento de lo que el sufragio, la participación ciudadana, y el quehacer representativo acarrean consigo, en otras palabras, un replanteamiento de lo que la Democracia Mexicana debería representar: la campaña del voto nulo.

Esta campaña dio inicio a finales del mes de Mayo y fue promovida por poco más de 30 organismos de la sociedad civil, así como por algunos especialistas en materia social como Denisse Dresser, Sergio Aguayo y José Antonio Crespo.

Así mismo manifestaban como razones principales de anulación: la falta de representación real, el negativo desempeño de la clase política, la ausencia de mecanismos democráticos tanto en el sistema electoral como en el sistema político Mexicano que den peso y voz a la ciudadanía, la renuencia a que un pequeño grupo concentre, sin rendir cuentas, la representación popular, en otras palabras, la “partidocracia”etc.

Se trató en realidad de un movimiento de protesta ante el malestar, hartazgo y desencanto de una parte del electorado, que aunque en efecto es considerable, debe tomarse en cuenta que solo involucró a un sector de éste: el informado, crítico, con niveles de cultura cívico-política por encima de los estimados en la mayoría de las encuestas que analizan el comportamiento ciudadano, educado, con estudios de nivel superior o profesionistas, de niveles socioeconómicos de medios a altos. En otras palabras, no bastaba con sentirse inconforme para acceder a tal propuesta; y como ejemplo de esto puedo mencionar que el principal medio por el cual se dio a conocer esta campaña fue sin duda Internet. Y es entonces cuando recurro al análisis formulado hace unas semanas por Octavio Rodríguez Araujo, en el que mencionaba que si sólo el 25 por ciento de la población Mexicana posee acceso a Internet y de ese 25 por ciento, incluidos muchos menores de 18 años, ¿cuántos y por qué artes o inspiración, consultarán los blogs que llaman a anular el voto? ¿Cuántos están interesados en las páginas de contenido político, incluidos los periódicos que pueden ser consultados por medios electrónicos?[5]

En los mismos términos , no bastaba tampoco con tener acceso a dichos medios sino poseer al mismo tiempo bastos conocimientos acerca de las implicaciones electorales que la decisión de anularlo podría acarrear. Todo esto ante la innumerable cantidad de argumentos a favor y en contra que no hacían otra cosa más que confundir a quien ingresaba a alguna de estas plataformas por un poco de información al respecto. Del mismo modo, al calor de la discusión, otro tipo de tópicos como la abstención, la reelección y las candidaturas independientes aprovecharon la ocasión para entrar al debate y de igual modo insertarse en la ya complejísima y ambigua gama de opciones del elector.

Cabe señalar que de ningún modo el abstencionismo se equipara con la decisión de anular el voto, en tanto que el primero afecta considerablemente a la democracia, pues esta encuentra su sustento en la participación ciudadana. El abstencionismo electoral se presenta cuando el ciudadano se priva de utilizar el mecanismo que tiene a su alcance para elegir a sus representantes o a sus autoridades y se mide por el porcentaje de quienes teniendo el derecho (y la obligación, aunque no sancionada) de ejercerlo, no acuden a las urnas[6]. Aunque la abstención tiene diversas fuentes pues puede ser producto de múltiples variables[7],como tal no sirve como instrumento para modificar la conducta de los representantes. Por otra parte y en lo que respecta a las candidaturas independientes, la ley ordena que, dentro de los partidos, todo; fuera de ellos, nada, por lo que el voto brindado a un candidato independiente o no registrado pasa a formar parte de los nulos, es por ello que se incluyó en los temas relacionados con esta campaña.

La tendencia a anular el voto ha crecido 1.87 por ciento respecto al promedio obtenido de las elecciones intermedias de 1991, 1997, 2003, lo que significa que una muy pequeña parte del electorado considera al voto nulo una opción para transmitir sus necesidades y apreciaciones. Mientras que lo contrario sucede con la abstención, pues ha aumentado respecto al promedio de las elecciones intermedias de 1991, 1997 y 2003 en un 10.31 por ciento aproximadamente. Sin embargo como ya hemos mencionado anteriormente, la abstención obedece a un sinnúmero de factores, muchísimos de ellos ajenos al descontento y el hartazgo y más bien cercanos a la desigualdad y la exclusión social.

La campaña del voto nulo, llega a los electores acompañada de la sospecha derivada de la manipulación gubernamental, de la Iglesia y de las dos fuerzas políticas que se disputan el poder (PRI y PAN). Numerosos rumores se desataron en torno a ella, lo cierto es que en efecto favorecía al voto duro, es decir, aquel que, debido a motivaciones derivadas del convencimiento ideológico o por encuadrarse en estructuras corporativas o clientelares hace votar al elector siempre por el mismo partido[8]. Sin embargo es importante mencionar que “no en todos lados el mismo partido es quien tiene mayor voto duro y, por eso, la pregunta de quién se beneficia del “no voto” no acepta una sola respuesta”[9]. Por otra parte, en efecto el voto nulo cuenta para determinar si un partido alcanza o no el umbral de 2 por ciento exigido por el COFIPE para poder preservar su registro , pues mientras más votos anulados haya, mayor es la probabilidad de que los pequeños pierdan su registro (mientras más cercanos estén a 2%) y en efecto, en las presentes elecciones el voto nulo obtuvo 5.39 por ciento de la votación total emitida e hizo quizá que el Partido Social Demócrata perdiera el registro obteniendo solo el 1.03 por ciento.

Continuando con los argumentos, Denise Dresser mencionaba que “la anulación se alimenta del humor público ante la persistencia de una democracia mal armada que funciona muy bien para sus partidos, pero muy mal para sus ciudadanos”. Las razones que están detrás de la participación política pueden ser muy variadas, sin embargo es claro que la participación motivada por el interés tiene tanto interpretaciones como consecuencias muy distintas a las de la participación motivada por el descontento. La primera generalmente es propositiva, acarrea consigo un proyecto o curso de acción, un efecto vinculatorio y un afán conciliador. La segunda difícilmente pasa de la manifestación del descontento y el hartazgo, difícilmente encarnará proyectos encaminados a la transformación, y tal parece que es el caso de esta campaña.

Coincido rotundamente con Dresser en que el movimiento Nacional a favor del voto nulo necesita articular una plataforma de demandas que traduzcan el agravio en propuesta. No basta con solo ir proclamando el agravio por todas partes, sino establecer al mismo tiempo puntos de acuerdo y soluciones concretas. Me parece que para “sacudir, presionar, exigir y empujar la profundización democrática” como Dresser menciona, se necesita más que un movimiento reducido solo a la expresión del rechazo, el malestar y la inconformidad.

Mauricio Merino enunció alguna vez que “con el voto se hizo la democracia mexicana”, me parece que no habría que estar tan seguros de ello, pues numerosos regímenes autoritarios se sometían a elecciones periódicas y el nuestro de partido hegemónico legitimaba su existencia y su actuar mediante ellas. “Simulaciones electorales, simulación democrática”, la Democracia sin participación es histriónica, las movilizaciones sin propuesta también lo son.

Habrá que ver si en efecto esta opción llegó para quedarse y si encarnará algún tipo de transformación en las conciencias y el desempeño tanto de la clase política como de los ciudadanos. Por el momento observo que el porcentaje de abstencionismo en estas elecciones fue menor al previsto por numerosos analistas, cuya estimación no descendía del 60 por ciento y que en estas elecciones se coloca alrededor del 55.5%[10], lo que nos indica que es muy probable que una parte del electorado abstemio vio en anular su voto una opción para manifestar su descontento, sin dejar de ejercer su derecho a sufragar. Sin embargo, aunque la anulación no atenta contra el proceso de construcción democrática, no ostenta en sí un mecanismo representativo en términos de participación ciudadana, pues solo se remite, como todo en la materia, a periodos electorales y al mismo tiempo corre el riesgo de no derivar en una propuesta concreta, pues sabemos que por sí mismo no logrará conmover a la clase política ni cuestionar en serio la legitimidad de un candidato o fórmula política ganadora.



[1] Con relación a la apatía basta con observar las cifras arrojadas por la ENCUP 2008, en la cual el 89% de los encuestados afirman no haber participado nunca en la resolución de algún problema que afecte a su comunidad. Del mismo modo, el 37.9 por ciento asegura interesarse poco y el 26.6 por ciento nada en la política, evidenciando un alto grado de indiferencia; finalmente el 34.2 por ciento expresa sentirse poco satisfecho con la democracia y el 20.1 por ciento nada satisfecho con esta.

[2] En lo que respecta al porcentaje de anulación del voto en elecciones federales, este alcanzó 4.38 por ciento en el año de 1991, 2.84 por ciento en 1997, 3.36 por ciento en 2003 y 5.39 por ciento en las elecciones del presente año. Por otra parte el porcentaje de abstención en el año de 1991 fue de 34.47 por ciento, mismo que en 1997 ascendió a 43 por ciento, y en el año 2003 alcanzó un alarmante 58.81 por ciento, mientras que en las presentes elecciones disminuyó a 55.96 por ciento. (Cifras del Instituto Federal Electoral).

[3] Meixueiro Nájera Gustavo, Disminuir el abstencionismo: un reto pendiente de la democracia en México. Mecanismos para evaluar la participación ciudadana. Colección Legislando la agenda social. CESOP. Primera edición. México, Noviembre de 2006.

Tan solo el 50.0 por ciento de los encuestados en la ENCUP 2008 opina que el voto es la única manera de que ciudadanos como ellos puedan opinar sobre lo que hace el gobierno.

[5] Araujo Rodríguez Octavio, ¿Para qué sirve el voto nulo? Periódico la Jornada, Jueves 4 de Junio de 2009.

[6] Pasquino Gianfranco, “Abstencionismo”, Diccionario de Política de Norberto Bobbio y Nicola Mateucci, p. 8.

[7] Según Dieter Nohlen estas pueden clasificarse en: 1.-Contingentes: como la imposibilidad del elector de asistir a la casilla y la coincidencia de eventos (familiares, deportivos, sociales) con la fecha de la elección. 2.-Individuales: como el nivel de educación, de ingresos o la edad del votante. 3.- Normativas: como la facilidad para el empadronamiento y la obligatoriedad del voto 3.- Políticas: como la evaluación general del sistema político, el sentimiento de que la participación influirá en el resultado de las elecciones, la confianza en las instituciones y las autoridades, la percepción de cercanía de los representantes con la población, el interés en la política y el desempeño del gobierno saliente, entre las más importantes.

[8] Crespo José Antonio, Voto Duro vs. Voto Nulo, Horizonte político, Periódico Excélsior, 25 de Mayo de 2009.

[9] Ibidem.

[10] Porcentaje obtenido restando a la lista nominal, la votación total emitida según el PREP Federal 2009.

jueves, 25 de junio de 2009

Zygmunt Bauman y la Globalización: consecuencias humanas

El presente es un breve ensayo en el cual recojo algunas reflexiones acerca del fenómeno de la globalización como paradigma regente del mundo contemporáneo.

Dicho análisis se centra fundamentalmente en el nuevo papel que desempeñan tanto el Estado-Nación como la Ciudadanía en el nuevo orden global y se encuentra basado en la obra de Zygmunt Bauman titulada: La globalización: consecuencias humanas; aunque cabe mencionar que la bibliografía de apoyo es basta y comprende muchos más autores.

Agradezco sin duda la aportanción del Dr. Benjamín Arditi Karlik, durante el curso Procesos Políticos, impartido este semestre en la FCPyS UNAM.



Zygmunt Bauman y la Globalización: consecuencias humanas.


Adriana G. Alonso Rivera


“Nos encontramos embarcados en un acelerado proceso de globalización originalmente económico pero con implicaciones sociales, políticas y culturales, mismo que trata de homogenizar ideas, de integrar economías y homologar los estilos de vida”[1].

En principio, es necesario mencionar que el fenómeno denominado “globalización” posee como precedente el “globalismo[2]”, esto es, la “ideología del dominio del mercado mundial o la ideología del liberalismo económico”.

Dicho esto podemos concluir que del globalismo, se deriva aquella “compresión espacio/tiempo que engloba la continua transformación multifacética de los parámetros de la condición humana[3]”.

Es claro, que la globalización se ha convertido en una especie de nuevo paradigma del mundo contemporáneo. Existe sin duda una contracción de la dimensión espacial, la cual ha dado origen y auge a distintos procesos como la expansión del intercambio económico suprafronterizo, el cambio en los ordenamientos institucionales, las transformaciones en la esfera gubernamental y las políticas domésticas, la composición social, las identidades y culturas, el papel y la razón del Estado Nación, así como los avances científicos y tecnológicos.

Sin embargo, aquella compresión espacio/tiempo a la que Bauman se refiere, acarrea consigo una tendencia clara a la disgregación, misma que se opone al afán integrador y hasta homogenizador que la globalización indirectamente persigue. Ante las implicaciones y medidas derivadas de los procesos antes mencionados, existe una gran parte de la población mundial en oposición al nuevo orden internacional deseado, misma que se encarna en grupos de resistencia no solamente locales sino paradójicamente trasnacionales.

Estos grupos, evidencian dos debilidades del paradigma global: la primera de ellas se deriva precisamente de aquella falsa pretensión por crear una “aldea global, de la que claro está, no todos podremos ser ciudadanos ni beneficiarios[4]”, es decir, se trata de un “no lugar” en donde el nuevo imperio o los que poseen las características requeridas para integrarse a este nuevo orden, ejercen la dominación planetaria. La segunda debilidad gira en torno a que el fenómeno se ha visto reducido al mero esquema de mercados y por lo tanto se ha convertido en presa de una visión reduccionista que sin lugar a dudas al pretender hegemonizar el proceso no logra controlarlo por completo[5]. En este contexto, Bauman asegura que más que iniciativas o emprendimientos, la globalización, se ocupa de efectos indeseables e imprevistos, en otras palabras, se ocupa más que de lo que queremos o esperamos, de lo que ya es inminente.

Ya mencionábamos que ante estas desavenencias, han surgido y se han consolidado numerosos movimientos de resistencia cultural a la globalización neoliberal tanto locales como supranacionales y de varias clases como la tradicional “acción radical directa”[6] de centro y periferia , en la que las movilizaciones o manifestaciones tienden a hacerse de manera personal y a tener un centro de control que regule la organización de esta, o, la más común dentro del nuevo esquema global, la “acción directa viral”[7], misma que va totalmente acorde a la desterritorialización del capitalismo contemporáneo y que a diferencia de la primera, no requiere de un centro de control que regule los nodos de acción colectiva ni de un espacio fijo para la organización y la operación.

Lo anterior nos deja ver que dentro de este fenómeno que supone al mismo tiempo tanto la compresión como la expansión tiempo/espacio, surgen nuevos canales de participación y acción colectiva capaces de fungir como contrapeso entre quienes han tomado las riendas de la globalización y quienes sabiéndose en desventaja o inconformes, encuentran una manera ad hoc de inferir en los asuntos de interés público, nacionales e internacionales.

Por otro lado, mucho se ha cuestionado si la gestión de los asuntos domésticos de los Estados Nación se ha visto afectada por la Globalización; y es cuando se realizan este tipo de cuestionamientos que viene a bien el tema de la soberanía, pues mucho se piensa que los Estados Nacionales han sufrido un total asalto a su capacidad de autodeterminación por parte de los organismos multinacionales y los dueños de los grandes capitales. Es claro que una de las cosas que caracterizó al orden mundial de la modernidad, fue precisamente el ideal Wesfaliano de la inviolabilidad de la soberanía. Hoy en día, es más que evidente que en nombre del comercio internacional, las políticas imperialistas de Estados Unidos principalmente, tienden a erosionar considerablemente este concepto en su acepción clásica. Entonces, pareciera que lo que realmente urge es un replanteamiento teórico del concepto, el cual se adecúe a la complejidad que supone el nuevo ámbito mundial; lo que de ninguna manera quiere decir que el concepto desaparezca, sino más bien que cambie de forma, cosa que es natural si el contexto así lo requiere. Tal parece en la actualidad que continuamos aferrados a conceptos y teorías obsoletas, mismas que pertenecían a un mundo más estable y ordenado que el que conocemos. La capacidad de autodeterminación de un Estado Nación, encarnada en el poder de decisión que este posea sobre su política doméstica, no tiene porque venir a menos. Es necesario encontrar los mecanismos que hagan posible el hecho de coexistir con el nuevo orden global sin perder la capacidad de decidir sobre nuestro territorio.

Ya se ha visto que por no influir en la creación , adoptar y no adaptar, como debería hacerse, las políticas sugeridas o quizá impuestas por los organismos internacionales de desarrollo, no se han tenido buenos resultados y por lo tanto, no se han obtenido los beneficios de los que hablaban los que propugnaban y continúan propugnando la globalización.

Posibilidades hay de domesticar políticamente la globalización, pero no son fáciles teniendo detrás a quienes poseen el control de los hilos que conducen el inminente fenómeno global. Se trata de tomar la educación y la ciencia como principales herramientas para construir una cultura capaz de situarnos en el tiempo, de “reconciliarnos con el pasado y de construir el futuro de acuerdo a los desafíos de nuestro tiempo”[8]. La estrategia clave para abrir posibilidades de aprovechamiento interno a la globalización es sin duda la existencia de voluntad política tanto de los Gobiernos como de los ciudadanos. Sin duda alguna, la sociedad civil tanto local como global es el principal agente de escrutinio público y la principal alternativa de “contrapoder[9]” a estos nuevos actores y fuerzas globales preponderantes.

Lo anterior hace que nos encontremos inmersos dentro de un inminente proceso de expansión de la política, al surgir nuevas arenas de actuación colectiva, al ampliarse el espectro de la participación social y surgir nuevos actores de importancia y poder decisivo equiparables al del Estado, al aparecer nuevas reglas del juego de la actuación colectiva.

Hay quienes afirman que nos encontramos ante la “retirada del Estado[10]” o el “fin de la política[11]”. Esto debido a que los nuevos actores financieros, mercantiles y los organismos multilaterales son ahora más poderosos que los estados nacionales y en consecuencia es que se habla de un declive del poder estatal, en términos de la autoridad política que el Estado posee o solía poseer sobre la sociedad y la economía. Ahora, en términos espaciales, nos enfrentamos con que la representación territorial ya no es tan viable como en tiempos atrás y que es urgente una modificación o replanteamiento de la representación social a distancia, es decir, “atenuar el relieve del espacio territorial y rediseñar los confines del mundo sin derribarlos[12]”, a fin de cuentas, sin necesidad de exhaustivos y mucho menos democráticos mecanismos de representación supranacional, la sociedad se ha ido abriendo camino en el terreno de la participación, la resistencia y el escrutinio en el ámbito internacional; lo que nos indica que estamos frente a cualquier cosa menos el fin de la política.

Lo anterior nos indica que continúa cometiéndose el error de equiparar la política con lo estatal y viceversa, como mencionaba Carl Schmitt en el concepto de lo político; cosa que es hasta cierto punto risible ya que día a día presenciamos que el intercambio político (dentro y fuera de los límites institucionales) se acrecienta más y más. Si estuviéramos presenciando el fin de la política simplemente no veríamos surgir a diario nuevas arenas y canales alternativos de participación colectiva. ¿Qué la autoridad de los Estados viene a menos?, tal vez, ya que existen otros actores firmes en el propósito de robarle protagonismo, capacidad de decisión y autoridad doméstica. ¿Qué la política se deslimita, se desestataliza? Totalmente, ya que las relaciones de poder trascienden las fronteras del Estado, cosa que vuelve al intercambio político confuso e incalculable, lo que hace que los antiguos conceptos, teorías y patrones sean rebasados día con día por la inmensa complejidad social.

El proceso de globalización que encarna la gama de interconexiones económicas, sociales y culturales, que trascienden las fronteras de lo local y lo nacional es inminente y acarrea consigo un urgente cambio en los patrones clásicos de organización política.

Sin duda este proceso posee numerosas consecuencias indeseables ya que se ha escrito con el juego en marcha, sin medir las posibles consecuencias. Sin embargo en términos políticos puede resultar sumamente alentador el hecho de que existan nuevos instrumentos capaces de ofrecer una alternativa a la construcción de la ciudadanía global en términos de participación e influencia. Si bien es cierto que dichos mecanismos son generadores de “ciudadanía informal o de “influencia simbólica[13]”, de cualquier modo esto representa un contrapeso importantísimo al surgir de cualquier modo una opinión pública global, capaz de evidenciar las acciones y resultados de quienes han tomado las riendas de la globalización. Nuevos espacios para la deliberación, son por excelencia, el ingrediente político positivo que nos ofrece la globalización.



[1] Batta Fonseca Víctor, “Prospectiva y teoría internacional: escenarios sobre el Estado y la Gobernabilidad en el siglo XXI”, del libro Escenarios Futuros sobre la Globalización y el Poder Mundial, UNAM, México, 2004, pág.11

[2] Beck Ulrich, ¿Qué es la globalización? : falacias del globalismo, respuestas a la globalización, Siglo XXI, 1998

[3] Bauman Zygmunt, La globalización, consecuencias humanas, Fondo de Cultura Económica, México 1999, pág. 8

[4] Bauman Zygmunt, Op. Cit. Pág. 31

[5] Arditi Benjamín, Del globalismo a la globalización: La política de la resistencia. Del libro: Escenarios Futuros sobre la Globalización y el Poder Mundial, UNAM, México, 2004, pág. 103

[6] Arditi Benjamín Op. Cit. PP. 104-105

[7] Arditi Benjamín Op. Cit PP. 106-107

[8] Segrera López Francisco, Globalización-Mundialización: entre el imperio y la democracia pp.

[9] Beck Ulrich, Poder y contrapoder en la era global, la nueva economía política mundial, Paidós, Barcelona 2004 pág 30

[10] Strange Susan, La retirada del Estado. La difusión del poder en la economía mundial, Barcelona, Icaria Editorial/Intermóm Oxfam, 2003, pp. 22-23

[11] Mouffe Chantal, Política y pasiones: las apuestas de la democracia. Del libro “Pensar este tiempo”. De Leonor Arfuch, Paidós 2005, pág. 76

[12] Zolo Danilo, Globalización: un mapa de los problemas. Madrid, Ediciones mensajero, 2006, pág. 19

[13] Arditi Benjamín Op. Cit. Pág 111