viernes, 9 de octubre de 2009

A Mercedes



Adriana G. Alonso Rivera

Las voces que cantaban a la libertad se agotan, aquellas que con prodigioso afán defendieron los derechos inherentes a los seres humanos. Esas voces capaces de ablandar los rígidos y lastimosos eslabones de hierro a los que se encontraban sometidas numerosas naciones oprimidas durante las dictaduras militares y regímenes autoritarios en Latinoamérica.

De aquel canto florecía la esperanza que en voz de ellos debiera ser lo último en perecer, de aquel canto se desprendían los ideales de una juventud no solo dotada, por su pesadumbre, de conciencia social sino ávida de reconocimiento, de libertad, de equidad y de unión latinoamericana.

La música en los años setenta se hermanaba con la causa revolucionaria, su sonoridad despertaba conciencias, generaba propuestas.

Haydeé Mercedes Sosa, nació en San Miguel de Tucumán Argentina el 9 de julio de 1935, en un hogar humilde. De aquel origen emanó su apego a las expresiones folklóricas musicales. Lo mismo le cantaba al amor, que a la naturaleza, pero sobre todo a la condición social y política que azotaba en aquel entonces al pueblo latinoamericano.

“Cuando tenga la tierra la tendrán los que luchan, los maestros, los hacheros, los obreros”, cantaba la negra soñadora reflejos de juventud transformadora.

...

¿Por qué te marchas?, ¿Por qué son más los que se van que los que se quedan?, ¿Por qué son tan pocos los que se atreven a tomar tu camino, a continuar tu legado?

Es que ahora es menos fácil.

Recuerdo que le cantabas a la democracia, ese montaje dentro del que ahora vivimos y que día a día nos recalca que somos todo menos iguales en opinión ni en condición. Recuerdo que le cantabas a la libertad, aquella que tantos gobiernos alardean poseer actualmente, mientras que ni en lo individual ni en lo colectivo los ciudadanos somos capaces de transformar nuestro entorno.

Recuerdo también que le cantabas a tus colegas, a violeta parra, a Víctor jara, quienes también emitían con su música mensajes propositivos. Ahora son cada vez menos los que le apuestan a la conciencia, tal parece que la música se ha convertido en industria lucrativa, en cómplice de la enajenación. La mafia que pretende apoderarse de ella y utilizarla como pretexto y como instrumento de sus vanos fines, no lo logrará mientras los que de verdad la producen presten su sonido y su voz a la evidencia.

Cambia lo superficial
Cambia también lo profundo
Cambia el modo de pensar
Cambia todo en este mundo.

Negra, no sé qué hacer pues tal parece que todo se destina a no cambiar, sin embargo tu mensaje nunca más perecerá y es tu legado la conciencia atemporal que esperemos no perezca y nos siga dotando de fuerzas para de una vez transformar.

Ayer soñé con los hambrientos, los locos,
los que se fueron, los que están en prisión
hoy desperté cantando esta canción
que ya fue escrita hace tiempo atrás.
Es necesario cantar de nuevo,
una vez más.